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¿Por qué oBscuro?

Su origen es del latin obscūrus, su significado es "lo que carece de luz". La RAE la considera sinónimo de "oscuro", y recomienda usar la forma más simple, entre ellas dos.
Pero la obscuridad humana, lleva una B en el medio. Es compleja, innecesaria, desmedidamente bella, suburbio de lo social. Y es momento de mostrarlo, crudo... así como vino al mundo.

martes, 17 de marzo de 2020

Diario de una cuarentena

Cuarentena - Día 1

Me tiene podrida. Minuto uno de la cuarentena voluntaria a la que fuimos llamados y ya no aguanto más. La convivencia es difícil pero siendo mujer el nivel de avasallamiento al que hay que sobrevivir es mayor que el que te impone esta infección inminente del virus que arrasó con la Tierra en cuestión de días.

La semana pasada esta realidad era inimaginable. Y acá estamos. Mis padres, mi hijo y yo confinados en cuarentena voluntaria. Quiero aclarar que ninguno de nosotros está enfermo. Sí hay algunas toses propias del frío y la humedad del clima. Pero nadie con fiebre alta o algunos de los síntomas que tanto tememos.

Era de esperarse, sí, que estos azotes virales y epidémicos que invaden la otra parte del mundo en algún momento llegasen a nuestros lares, pero no con la velocidad que lo hizo.

Primero, confirmaron tres casos; luego, una muerte. Dos días después ya eran veinte. Y  una semana más tarde, cerraron las escuelas, los shoppings y lugares abiertos para que no haya tanta gente junta en un mismo lugar.

Escuché tantos chistes al respecto que no pude evitar reírme. Pero cuando la hermana de la tía de un amigo de mi compañera de trabajo se infectó y tuvieron que internarla con una neumonía sin precedentes, me dejé de reír y empecé a compartir noticias y mensajes de Wsp que concientizan.

El vecino, Carlos, llamó a la puerta este mediodía. Dijo que compró todos los alcoholes en gel que encontró en el supermercado de la vuelta y que los tiene en su casa. Dado que somos vecinos desde hace veinte años, nos ofreció uno con la condición de que no le digamos a nadie. Tiene miedo que alguien le entre a robar.

Le acepté la ofrenda y le di a cambio unos guantes de látex que me habían sobrado de la caja de tintura. Mi mamá dice que fue una inconsciencia. Quién sabe cuántos gérmenes puede llegar a tener ese regalo y el mismísimo Carlos, que ya está en edad de riesgo.

La mañana se me pasó volando. Ordené la casa, las camas, la ropa. Hice la comida y dividimos la tareas. Esa parte fue el desencadenante de lo que promete una pesadilla.

Los adultos de la casa hicimos una lista de los quehaceres. Obviamente, mi padre se atribuyó tres tareas simples como sacar la basura y llenar las botellas de agua; mientras que a mi madre y a mí, nos corresponden las nueve tareas restantes, entre ellas lavar, cocinar, lavar y lavar. Esta injusticia patriarcal fue defendida por mi padre al grito de "¡Querés una mucama!", aunque no tenga ningún sentido. Es verdad que le tocará lavar los platos, pero es una tarea muy amena en comparación a la carga de toda la casa. Por suerte, lo hablé con Mateo, mi hijo. Él se va a encargar de lavar la ropa y poner la mesa.

El primer día y ya anduvimos a los gritos, por culpa del patriarcado.¿Quién lo diría? Los enemigos se siguen sumando.

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