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¿Por qué oBscuro?

Su origen es del latin obscūrus, su significado es "lo que carece de luz". La RAE la considera sinónimo de "oscuro", y recomienda usar la forma más simple, entre ellas dos.
Pero la obscuridad humana, lleva una B en el medio. Es compleja, innecesaria, desmedidamente bella, suburbio de lo social. Y es momento de mostrarlo, crudo... así como vino al mundo.

sábado, 28 de marzo de 2020

Diario de una Cuarentena - Día 16

Cuarentena - Día 16

Finalmente, nos llegó el emoticón del barbijo. La encontró Samuel cuando iba a pasear al perro. Así como tomó la nota del piso la hizo un bollo y la tiró en el piso del ascensor. Es de hacer esas cosas. Se caga en todo. Samuel y su firma rayada con llave en la puerta del ascensor; Samuel y su bolsa de basura que gotea un verde y maloliente líquido; Samuel y los arañazos en la puerta de su perro; Samuel y los gritos que pega cada vez que juega Boca, gane, empate o pierda... Samuel, Samuel, Samuel. Samuel no debe haber tenido una infancia feliz, porque lo único que quiere hacer siempre es llamar la atención.

Por suerte, la hija mayor de Marilú, Sonia, levantó el emoticón del piso. Fue a pegarlo en el altar que le hicieron en la puerta a Carlos. Sí, un altar. Al principio con velas, después las sacaron porque Dora les dijo que pueden iniciar un incendio en el edificio y con el caos que hay en la ciudad no van a poder venir los bombone bomberos a tiempo.

En mi rutina de ejercicio, esa la de bajar y subir las escaleras de todo el edificio, encontré el emoticón. Me quedé parada como diez minutos delante de las fotos, dibujos y flores, pensando en todas las cosas que encontrarlo significaba. ¿Estábamos en un barrio pobre? ¿Desde cuándo? José Luis, me tocó el hombro y me hizo salir de un salto de mis pensamientos. "¿Le estás rezando?". Y me reí como hace días que no me reía. A carcajada limpia. En su cara. Él sí le reza, porque siente culpa. Gracias a él, Carlos está en alguna fosa común, carbonizado.

Despegué el emoticón y le toqué el timbre a Marilú. "¿Vas a querer mercadería?" De fondo se escuchó una tos ronca, de niña. Sí, la más chiquita había caído. Fiebre alta, tos de perro y ninguna vacuna, ningún remedio.

Marilú me cambió de tema diciendo que la preocupación máxima es esterilizar el edificio. La escasez de alcohol, el único desinfectante eficiente para este tipo de virus, nos ha tocado a todos. En la tv siguen sosteniendo la cuarentena y a quienes salen, se los llevan. No sabemos bien a dónde. Hay camionetas de la policía y del ejército rondando para detener a quien no vaya a hacer alguna compra básica. Muchos disimulan su caminata con una bolsa de compras bajo el brazo, pero los siguen hasta el lugar de destino y de no ser cierto su relato, los suben. Hay cinco policías en cada supermercado para controlar la entrada y salida. Y la verdad es que casi nadie va a comprar muchas cosas porque corrés el riesgo de que te roben cuando volvés, como le pasó a Dominguez, el del 5° B, los del reggaetón.

Decidimos juntar todo el alcohol que teníamos en nuestras casas, en el pasillo del último piso, donde vive Dora. Fuimos todos los vecinos, somos sólo diez. El resto está atravesando esta dura enfermedad o ya murieron, como Carlos y Marta, la del 3° A.

Abigaíl, la esposa de José Luis apareció con el ojo amoratado. Y José se la llevó de un brazo, a los empujones. Todos nos quedamos callados hasta que escuchamos el portazo y Samuel dijo que deberíamos quemarlo. ¿Es que todos se volvieron piromaníacos últimamente? Juntamos botellas a lo pavote pero entre ellas no había ninguna de alcohol etílico. Sólo whiskys baratos, vodkas, un licor de huevo rancio, y cervezas... que no nos servían para desinfectar el edificio.

Para sorpresa de todos, luego de guardar el arsenal en la terraza de Dora, fuimos a la casa de Carlos. Fue todo tan turbio que no recuerdo bien si rezamos o sólo dijimos unas palabras para recordarlo. Después, con los mismos guantes floreados que Amalia me había regalado, abrí la puerta sin dificultad. Samuel se puso un ambo marrón, que era del marido de Dora, y entró con una caja de fósforos. Como si fuera un hada maldita fue tirando fósforos encendidos a su paso. Todos miramos cómo ardía la casa y los recuerdos. Marilú lloraba y yo estaba segura de que pensaba en su hija, en su tos y en su casa. Cada uno de nosotros imaginó sus pertenencias prendidas fuego.

Cuando todo hubo ardido Dominguez y Gimena trajeron los matafuegos de PB y extinguieron el fuego. Todo quedó hecho cenizas, hasta el altar que había preparado Marilú en familia, con tanto esfuerzo.

Nadie puso una cinta blanca hasta ahora, salvo nosotros. Mi papá, cuando se enteró de lo del emoticón, la puso sin preguntarnos. A la noche, cuando terminábamos de comer dijo: "vas a salir temprano, a la tarde y a la noche para ver si encontrás el mapa.". Y yo asentí en silencio. No tenía nada más para agregar. Necesitábamos comer, y alcohol.

***

Para leer el capitulo anterior, hacé click acá:
https://desdelomasobscuro.blogspot.com/2020/03/cuarentena-dia-12.html

Y para leer el primer capítulo de este relato hacé click acá: https://desdelomasobscuro.blogspot.com/2020/03/diario-de-una-cuarentena.html


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