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¿Por qué oBscuro?

Su origen es del latin obscūrus, su significado es "lo que carece de luz". La RAE la considera sinónimo de "oscuro", y recomienda usar la forma más simple, entre ellas dos.
Pero la obscuridad humana, lleva una B en el medio. Es compleja, innecesaria, desmedidamente bella, suburbio de lo social. Y es momento de mostrarlo, crudo... así como vino al mundo.

jueves, 19 de marzo de 2020

Diario de una cuarentena - Día 3

Cuarentena - Día 3

De fondo se escuchan los dibujitos. El rumor de la calle se apagó. La banda sonora es de ensueño. Desde este segundo piso, siempre se escuchó hasta el murmullo de los porteros de la cuadra, intercambios cotidianos de noticias novedosas que se olvidan al día siguiente.

El perro de enfrente no para de ladrar. Es la primera vez que estamos todo el día en casa. Nunca lo había escuchado. Ladra sin parar, minuto a minuto. No le tiembla la voz a las cinco de la tarde, se mantiene constante. Qué voluntad. Al principio pensábamos que ladraba porque estaba solo, pero definitivamente es verborrágico, nada más.

Hoy fue un día exquisitamente horrible. Ni bien me levanté, entré a mi bandeja de entrada. Ni un sólo mail. Eso significa ni un sólo pedido de trabajo, ni un sólo peso a fin de mes. Me lo esperaba, pero no de forma tan repentina. Los diseñadores deberían tener trabajo hasta en el apocalípsis. ¿Quién no quiere promocionar sus ideas cuando todos estamos por morir? Es el enaltecimiento del capitalismo y del ego.

De todos modos, la psicosis de mis padres no me da respiro. El acceso a internet voló todos sus sensatos pensamientos y dejó apenas los sentimientos de desazón y catástrofe que anidan en ellos desde su más tierna infancia. Es verdad que el pasado de infartos cardíacos de mi padre y la hipertensión de mi madre los ponen en mayor peligro frente a este virus que te promete una buena neumonía.

La escasez de alcohol y lavandina sigue siendo mi mayor preocupación. Estuve planeando una misión. Hice un mapa. Marqué con rojo nuestra casa y con verde las distintas farmacias o potables lugares en que pudieran llegar a vender estos productos. Salgo con suficiente plata como para comprar unos buenos potes. Siempre tengo la teoría de que hay que ir lejos, porque siempre hay tiempo de volver. Es como un hechizo que garantiza (en mi mente) más oportunidades. Es un pensamiento mágico, claro está.

Me camino las cinco cuadras que marcan el radio de la circunferencia que tracé en el mapa. Es un comercio de venta de insumos de higiene. La fila llega hasta la esquina contraria. Cada persona deja un metro de distancia con el otro porque así lo sugiere nuestra condición de posibles infectados. ¡Qué prometedor!

Fue así, como llegué (después de media hora) a la puerta y escuchamos a la vendedora decir que era el último frasco de alcohol en gel. No podría explicar la adrenalina y el "pogo" del que fui parte. Psicosis colectiva, es poco. Pero... fui parte. Me empujaban de atrás y de adelante. Todos gritábamos. Nos movíamos como una marea colectiva. Alzando las manos y gritando por nuestro derecho a desinfectar nuestras manos, mientras estábamos compartiendo nuestro sudor, gotas de salivas que brotaban de nuestros reclamos...

Una chica, que ya había perdido de vista, pedía auxilio. Pero la multitud tapaba sus gritos con más gritos. Logré escabullirme y volví a casa corriendo. Subí por las escaleras con las llaves en la mano y ni bien entré, me metí en la bañera. No quiero volver a salir. Ya me siento con tos. Tengo un ganglio inflamado. Y aún no conseguí alcohol en gel.

***

Para leer el primer capítulo de este relato hacé click acá: https://desdelomasobscuro.blogspot.com/2020/03/diario-de-una-cuarentena.html

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