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¿Por qué oBscuro?

Su origen es del latin obscūrus, su significado es "lo que carece de luz". La RAE la considera sinónimo de "oscuro", y recomienda usar la forma más simple, entre ellas dos.
Pero la obscuridad humana, lleva una B en el medio. Es compleja, innecesaria, desmedidamente bella, suburbio de lo social. Y es momento de mostrarlo, crudo... así como vino al mundo.

martes, 10 de marzo de 2020

Una hoja y este mundo inhumano



Sentado siempre con la barriga apoyada en una baldosa. Está caliente, y me lo transmite. Una sensación única, de calidez, reconfortándome. Hace sólo unas horas estaba soñando con tu contorneo, con tu patita suave recorriendo el inmenso cielo. 

Y ahora, acá tumbado. Con los ojos llenos de lagañas, todavía humedecidos del bostezo vespertino. Y la calle sigue andando como hace un momento. Nada cambió. El kioskero de la esquina. Es un lugar genial. De lejos, se ve a la gente desapareciendo del mundo errante con un billete o el puño lleno de monedas. Y sale con cara satisfecha, con ruido a caramelos en los ojos. Debe ser un buen tipo el kioskero. Qué pena que nos miremos tan poco. Un día de estos le voy a dar una visita, así de lejos, por lo menos.

¡Ay! Cada vez que me levanto me duele la cicatriz ésta. La vez que estaba descansando cerca de una rueda. Es una linda sensación. Saber que un objeto en pleno movimiento está ahora inmóvil bajo tuyo, como soporte de tus sueños. Y eso que sueño poco, pero si soñara menos... 

Y este sol tan hermoso, y estas hojas tan tranquilas. Deben ser sólo por la tranquilidad de tus movimientos. Esos que me vuelven tan loco.

Doy unos pasos, me acerco. Y una hoja con forma de escarabajo me mira titubeante bajo la sombra de un auto. Me mira y baila. Y bailan con ella los restos de sus hermanas destrozadas y azotadas por el viento. Despacito, me acerco. Despacito, la miro. Despacito, doy un paso, dos. Uno de nuevo. La toco sólo un poquito para acostumbrarme a su movimiento. Y me responde con un vai-vén único, lleno de baile de fuego.

No me gustan las hojas, ni los autos, ni la calle, ni el viento. Pero los acepto. Vivo con ellos. Convivo con ellos y, la verdad, no me molestan. Más bien me entretienen. Me cantan, me susurran los momentos. Son tiempos. Tiempos de sombra y de calor. 


Y camino un poco más allá y el viento se calla y me escucha lo que siento. Yo sigo despacito el movimiento de la hoja. Y ese vai-vén me pone loco. La toco de nuevo y la hago bailar con más pasión, con un poquito más de color. Y se adelanta un poco la hoja como si fuera ese escarabajo y saca una de sus puntas al sol, dejando el resto de su cuerpo a la sombra. Y con su vai-vén, que me tiene como loco, hace brillar el sol en un tren de colores distintos: verde, amarillo y rojo. Verde, por un pasado en que esa hoja tenía vida, sabia savia, brillo, colores, frescura, olor, humedad y armonía. Amarillo, por su luz que brilla y resalta su vida entera, las lluvias, los olores, los bailes colgando de un péndulo, de un todo, de Uno, de un recuerdo. Y Rojo, por la sangre, la pasión de haber vivido y morir en el asfalto; la envidia, la amargura, la venganza renegada y desfavorecida de una hoja caída que no puede levantarse y le da bronca. Y la vuelvo a tocar, despacito. Porque sólo despacito ella baila a su ritmo y yo sólo le doy unas vueltas.

La quiero mirar más de cerca. Sentirla bailar bajo mis ojos como bailándole a la luna, sin vueltas... ¡ma´ qué! ¡con muchas volteretas! Un pasito despacito y mi cabeza se sume en la completa sombra de un auto bajo el sol matinal de esta tarde de abril. Me quedo quieto esperando que se transforme algo en mi cuerpo para poder ver desde las sombras más que desde el cielo. 


Doy un paso firme y me interno en la oscuridad. Como un pensador a la sombra de un árbol, mis mejores ideas vienen cuando estoy bajo un auto. Y me quedo allí pensando. Pensando que la hoja era sólo un pretexto para alejarme del ruido, la luz, los pasos, el llanto. La vida que afuera se escuchaba y ensordecía, desde acá es apenas un recuerdo de hace un montón de años. 

¡Pero qué linda es la sombra de este auto! Y las hojas me bailan paganas al lado, celebrando. Me doy vuelta, panza arriba. Y yo también disfruto y celebro con ellas. El frescor que renace en esa sombra me pone pleno. Y me olvido que soy un animal, y me creo que soy un mundano, un viajante, algún ser celestiano, un rito pagano. Soy el fuego. Soy el Sol. Soy las llamas y a la vez nada más que un gato, que se levanta de su siesta y sale a pasear un rato.


Noche5Azul
16 de octubre de 2008
https://formazioncreativas.blogspot.com/2008/10/esa-hoja-y-este-mundo-inhumano.html


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