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¿Por qué oBscuro?

Su origen es del latin obscūrus, su significado es "lo que carece de luz". La RAE la considera sinónimo de "oscuro", y recomienda usar la forma más simple, entre ellas dos.
Pero la obscuridad humana, lleva una B en el medio. Es compleja, innecesaria, desmedidamente bella, suburbio de lo social. Y es momento de mostrarlo, crudo... así como vino al mundo.

miércoles, 1 de abril de 2020

Diario de una Cuarentena - Día 21

Cuarentena -  Día 21

Estos días fueron surrealistas. Debo decir que jamás estuve preparada para algo así. Ni mi estado físico, ni mental, ni psicológico pensaron que alguna vez iba a pasar por estas vicisitudes.

Sí, colgamos la cinta blanca en una esquina del balcón. Ya era de noche cuando bajé sigilosamente por las escaleras y salí a mitad de la calle para corroborar que se veía. Dos días enteros esperé el maldito mapa que nos aseguraría arroz, azúcar, fideos ¿pan, café, carne? Realmente necesitábamos esos insumos. ¿Y alcohol? ¿Y lavandina? No sabíamos qué podría contener la bolsa de suministros que nos darían, pero en esos dos días nos encontramos varias veces fantaseando con su contenido.

Pero la espera se vio interrumpida por una noticia muy triste. Mi madre empezó a toser y levantó fiebre. La aislamos en el cuarto y nos mudamos al living. Esa misma tarde, cuando estábamos desinfectando el colchón y ventilando las sábanas, tocaron el timbre. Era Marilú con Sonia, la hija mayor. La noticia era terrible, Candela debía ser internada con urgencia. Se ahogaba y escupía sangre. Mientras le caían las lágrimas me dijo que ya había colgado la cinta blanca y Javier del primer piso, también. También me confesó, entre murmullos y a través del barbijo, que había pensado en mudarse con Sonia al departamento de Marta, que estaba desocupado desde que ella...

No tenía oídos para sus proyectos. Mi madre había empeorado de la mañana al mediodía. Bajé a comprar un jarabe para la tos a eso de las siete de la tarde de ese mismo día. La farmacia está a dos cuadras. Tenía mi documento, $500 y una bolsa de supermercado por si me paraba la policía.

Vi el final de la fila desde la cuadra anterior. Eran 20 personas separadas por un metro y medio de distancia. Yo era la número 21. Me acerqué a la puerta para preguntar si había algún jarabe, para no perder tiempo. Me asomé a la puerta y sentí... Me agarraron los brazos desde atrás y alguien me golpeó en la cara con algo frío. Me tiraron al piso, me ataron las manos y me pisaron la espalda para inmovilizarme. Era la policía. "¿Asique estás con ganas de hacer quilombo?". Me traté de explicar pero me dieron una patada en la costilla que me dejó sin aire y aprendí la lección. No tenía que decir nada.

Me metieron en una camioneta negra. Conmigo había cinco personas más. Algunas tosían. Yo me senté con mi pañuelo al cuello y mis guantes floreados y me acordé de Amalia. El motor arrancó. Nadie sabía a dónde nos llevaban. Después de lo que calculé una hora nos bajaron a los empujones, todavía con las manos atadas y nos llevaron a una carpa. Un médico nos revisó. Por lo que pude ver, estábamos en las afueras de la ciudad. El sol ya había caído, pero se veían a lo lejos las luces de los edificios.

Nos pidieron los documentos, se los llevaron y nos dejaron sentados como indios en el piso mirando hacia abajo. Conmigo había unas cincuenta personas. Grandes, chicos, jóvenes, ancianos. Varios tosían y escupían sangre.

Antes de que vuelva el policía con nuestros documentos, dos hombres de aproximadamente cincuenta años cayeron hacia adelante luego de toser de forma desenfrenada. Parecían desmayados. Ninguno de nosotros hizo nada. Estábamos aterrados. La mujer que estaba al lado mío, le sostenía la mano a su hija de unos diez años, por atrás de la espalda. Lloraba, rezaba, puteaba y volvía a llorar.

Volvieron cinco policías con los documentos secuestrados. Fueron llamando de a uno por el número de documento. Así como la persona se levantaba y se acercaba a ellos, se la llevaban a otra carpa y se escuchaba un disparo. Nombraron a dos que no se presentaron y entendí que estaban llamando a los infectados y matándolos a sangre fría.

Quedamos menos de veinte personas. Nos desataron las manos y nos dijeron que "volemos". Caminé mucho, me separé del grupo al segundo día, porque eramos demasiado sospechosos y temía que nos volvieran a "levantar". La primera noche no dormí. Caminé entre las sombras. Al salir el sol, compré agua y seguí caminando.

Cuando llegó la noche, necesitaba descansar. Encontré un asentamiento de cartoneros que, entre chapas y cartones, me armaron un espacio. Ellos sí tenían alcohol en gel, pero nada más. Faltaba comida. Cenamos pan duro, viejo. Así como salió el sol, me fui. No les di las gracias, sólo les dejé una botella de agua que había comprado con el resto del dinero que tenía.

Finalmente, llegué a casa. Subiendo por las escaleras, la vi a Marilú entrando con Candela a la casa de Carlos. Su hija había muerto. Por el color de su piel, su muerte no era reciente. Subí las escaleras con el corazón en la boca, temiendo por mi madre. Entré y no había nadie. ¿Dónde estaban?

Volví a salir y me choqué con Marilú que estaba como ida, volviendo de su ritual. "¿Dónde están?¿Dónde están?". Marilú me miraba con los ojos vidriosos y no respondía. Escuché voces, un tropel de pisadas subiendo las escaleras. Venían a buscar a Candela. Alguien había denunciado su muerte.

En los segundos en que tardé en volver corriendo a mi casa y cerrar la puerta, entendí porqué Marilú había llevado el cuerpo al departamento de Carlos. Entendí porqué mi familia ya no estaba. Había sangre en el cuarto de mis padres, y estaba segura que era la de mi mamá. El baño también tenía sangre.

Limpié, desinfecté, me bañé y esperé. En esa espera, me volvió la tos. La misma tos que se me había ido hace días. Me latía el pómulo izquierdo y lo tenía hinchado. Tenía un dolor de piernas insoportable. Y no era para menos, había caminado mucho. Me invadió un calor, un cansancio. Se me cerraron los ojos.

***

Para leer el capitulo anterior, hacé click acá:
https://desdelomasobscuro.blogspot.com/2020/03/cuarentena-dia-16.html

Y para leer el primer capítulo de este relato hacé click acá: https://desdelomasobscuro.blogspot.com/2020/03/diario-de-una-cuarentena.html

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